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La antropología forestal refiere al conjunto de todas las formas, modelos o patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad se manifiesta con relación a los árboles, bosques, los ecosistemas forestales y los territorios. Estas manifestaciones pueden darse, entre otros, a través de creencias, cosmovisiones, cosmosentires, percepciones, valoraciones, símbolos, rituales, prácticas, costumbres, el lenguaje, instituciones, políticas y normas. Un concepto similar es el de Etnoecología definida como el estudio interdisciplinar de los sistemas de conocimiento, prácticas, y creencias de los diferentes grupos humanos sobre su ambiente (Reyes-García y Sanz, 2007).
La diferencia de la antropología forestal respecto a otras disciplinas que tratan de los aspectos distintos a los aspectos biofísicos de los bosques, aunque parezca redundante, refiere a la perspectiva cultural de su enfoque. No obstante, hay que señalar que esta es una perspectiva occidental por cuanto en la mayoría de los pueblos indígenas del mundo bosques y personas forman parte de una misma realidad. Cierto es que, una serie de factores internos y externos empiezan a presionar para un dramático cambio de la matriz cultural original.
La cultura es un aspecto central a considerar en el desarrollo forestal sostenible. No es posible imaginar un paisaje cultural andino sin eucalipto (especie exótica), un paisaje costeño sin algarrobo, o un paisaje amazónico sin aguaje pues forman parte indesligable de la cultura local. Otras especies, todas exóticas, forman parte de la identidad amazónica: el pan de árbol, la pomarrosa y la carambola. Algunas palabras quechuas son usadas como nombre de árboles amazónicos, aspecto que da cuenta la continuidad histórica y cultural entre los Andes y la Amazonia.
Actualmente, producto de los procesos de aculturación de doble vía, es posible apreciar un proceso en el que se manifiestan las diversas expresiones de conservación y de explotación de bosques. Las culturas no son entidades totalmente homogéneas y compactas sino que presentan fronteras porosas a través de los cuales se producen flujos de intercambio hacia uno y otro sentido. El problema es que la visión de explotación, pese a todo el avance de la ciencia de la conservación y todos los esfuerzos conservacionistas, tiene un gran peso producto de la predominancia de la visión economicista del desarrollo. Para incrementar la efectividad de la conservación de los bosques resulta de fundamental importancia trabajar en alianza con aquellas comunidades del bosque más afines culturalmente a su conservación, no sólo por cuestiones principistas totalmente válidas, sino porque para estas poblaciones el bosque significa la vida misma.